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sábado, 7 de diciembre de 2013

Lista de "cosas"

(1)
Qué difícil es desilusionarse. Como cuando te dicen que "después de comer hay postre" y te reservas un lugarcito en la panza. ¿Pero si después no hay nada? ¿Si fue todo una mentira? ¿Cómo le decís a tu panza que deje de esperar?

(2)
Qué difícil es no cortar el troquelado de los papeles. Pero fijate que lo es más cuando las consecuencias de que lo hagas son negativas. ¡No vas a poder pasar ahora, che!
Ahí están... Todos esos agujeritos perfectos, hechos por vaya a saber qué máquina, unos al lado del otro. Doblaste las partes. Las manos se te van para el margen superior y empezas a tirar despacito, apenas medio centímetro. Que sensación placentera. Pará, no sigas, después no te lo van a recibir. Pero qué difícil no hacerlo.

(3) 
Las cosas no cambian, y estas paradito, esperando.
Pero espera, campeón. Paciencia. Ya van a venir tiempos mejores.

(4) 
- ¿Y qué me decís de esa sensación?
- ¿Cuál?
- Esa, esa que hablamos los otros días.
- ¿La de las cosas que se terminan?
- Ahá, esa. ¿Qué me decís?
- Las cosas se terminan. Punto. Ya lo hablamos. Se terminan bien, se terminan mal. Pero se terminan al fin.

(5)
ALS PARTE XX. (¡Sí: veinte!) El misterio del vidrio roto que interrumpió la conversación es descifrado. Anna reflexiona y descubre algo importante. ¿Qué? (averiguar) 

Y AQUÍ ESTÁ, SEÑORAS Y SEÑORES, EL SUMARIO MÁS CONTROVERTIDO DE ENTRADAS EN LA HISTORIA DE LOS BLOG'S QUE ALGUNA VEZ HAYAN VISTO...
Mentira. Hola. Les presento mi humilde lista de "cosas" que fui encontrando en la cantidad de papelitos que tengo adentro de la mochila y en las hojas de mi cuaderno. Escrito cada uno de los temas (enumerados del 1 al 5) en distintas épocas del año (lo que implica distintas circunstancias), con el correr de los días irán siendo expuestos en el blog. Lo que ahora están leyendo son apenas simplificaciones, adelantos, las hipótesis de partida que darán lugar a un desarrollo más exquisito y elaborado. Tal vez no siga ningún orden a la hora de publicarlos porque @miabuelasabia lo dijo: "Debemos tener el coraje de permitir un poco de desorden en nuestras vidas". (Y porque la inspiración de nuestra escritora es un tanto "rebelde")
Sin más, espero sea entendido el objetivo de esta entrada. Y que no me lleve más de dos meses. Y no colgarme. Y que se me ocurra qué carajos descubre Anna para dejar de escribir paréntesis al lado de mis anotaciones con la vulgar palabra "averiguar".
Au revoir 

un año atras...

Sssssssssss. Ay. ¡Pará! Me duele, ¡che!
7 de diciembre.
El día en que a varias personas les molestó un poquitito la zona del corazón.


Inolvidable

sábado, 12 de octubre de 2013

The fault in our stars


Por ahí me pegó demasiado. Por ahí...

No tan Fito Páez

Que lindo que es el amor antes del amor.
Ese dolorcito de panza
Mientras tenes el celular cerquita por las dudas
Mientras tus amigas te cargan y te desean suerte
Caminas solita hacia el punto de encuentro
Te sentas en la plaza
A esperarlo
Y que llegue desde la otra esquina como un héroe
Y que te sientas grande un poquitito
Y que sientas que todo es perfecto
Ahí
Ahora
Para siempre.

¿El amor después del amor, tal vez, 
se parezca a este rayo de sol?



martes, 10 de septiembre de 2013

Dementores

Termine de aceptar que lo que estaba leyendo ya no entraba en mi cerebro como debía ser, simplemente era una ilusión, todo a mi alrededor me decía: dale, no jodas, frena acá. Y frené. Saludé a mi amiga y me di cuenta desde ese preciso momento el apoderamiento negativo que cargaba. No tenía ganas de joderla con algo, ni siquiera de decirle "chau, nos vemos mañana". Empecé a caminar y tenía intenciones de aprovechar ese camino de vuelta a mi departamento. Es mi parte favorita del día, esa sensación de que volves porque ya casi terminó el día. Me gusta caminar bien lento y ver todo lo que hay en el mundo. Pero hoy ya ni siquiera veía por donde caminaba. Tenía ese desgano que ni siquiera me permitía hacer una pseudo-mueca de una sonrisa. Todo mal. Lo peor de todo es darme cuenta que estoy así, creo que me empeora el triple las cosas. Estoy acostumbrada a que los ataques estos me pasan cada muerte de obispo (que expresión chota), y por eso me pesan tanto. Hasta que, hablando con una amiga, me replanteo la situación. Me dice que a lo mejor tengo que acostarme y levantarme mejor. O hacer algo que me hace feliz. Y cuánta razón tenía... Estaba llegando a la plaza España y casi que no me había dado cuenta de lo rápido que había hecho. El semáforo ese siempre se pone en verde cuando quiero cruzar, y como es tan largo me permitió la reflexión. Tal vez, querido lector, vas a creer que soy una persona fácil. Así es, esa palabra. Justo esa. Pero no deberías creer que me refiero a esa concepción actual del término fácil, con el cual las personas etiquetan a aquellas damas cuya discreción es tan mínima que se le conocen todos los deslices amorosos. No señor. Porque a mi me hacen feliz cosas tan insignificantes y estúpidas que tal vez resulten una broma. Por ejemplo, cada vez que paso por una cuadra cercana a mi departamento, en mi calle, hay una lavandería que desprende un olor riquísimo, casi mejor que el de una panadería. El chico que atiende una vez me sonrió. Ahora, cada vez que paso, ambos lo hacemos. Y eso me hace feliz. Como cuando me pongo una remera limpia. Como cuando en la radio pasan un tema que me recuerda a algo. Como cuando hablas con alguien que te hace reír incluso cuando estas en negativa al 100%. Así, hay millones de cosas. De repente me di cuenta de que llegué y ya no es tan pesado todo. Y que puedo pensar en un montón de cosas que te levantan el ánimo. Pero como cuesta a veces, ¿no? Hay que hacer un pequeño esfuercito y... Expecto Patronum!

sábado, 3 de agosto de 2013

A love story PARTE XIX

Gonzalo a unos seis metros de distancia. Gonzalo con una mirada fría. Gonzalo sosteniendo una piedra de ladrillo. Gonzalo levantando el dedo índice de la mano derecha haciendo señas de 'silencio, callate, que no se te ocurra abrir la boca'. Gonzalo girando hacia la pared amarillita del negocio de plantas que está detrás de él. Gonzalo escribiendo con la piedra de ladrillo la palabra "PUTA" en grande, legible a unos veinte metros incluso. Gonzalo subrayando la palabra, remarcando con esmero la letra 'P'. Gonzalo mirando nuevamente con frialdad. Gonzalo levantando el dedo índice (ésta vez) de la mano izquierda, haciendo de nuevo las señas de 'silencio, callate, que no se te ocurra abrir la boca'. Gonzalo marchándose y desapareciendo detrás de los arbustos. 
Como si se hubiera difuminado.
Pero la palabra "PUTA" seguía allí.
- Che, ¡que cara! No me digas que el sol me hace ver tan mal. Hace un par de días que no me ves nomas Anni...
- ¿Eh? ¿Qué? Si estas hermoso todo quemadito así. Qué decís.
- Te extrañe muchoooooooooooo.
- Ahá, yo también. ¿Vamonos de acá? Me dio un poquito de hambre. Vamos al centro mejor.
- Mm bueno, como quieras, ¿pero está todo bien?
- Sí, no es nada. Contame que hiciste, dale, que tan triste quedó Brasil sin mi. Me muero por saber.
Lucas empezó a hablar con mucho entusiasmo. La cabeza de Anna iba a diez mil. No podía creer lo que acababa de ver, no podía entender por qué no había reaccionado y hecho algo al respecto. Sin embargo, los ojos de Gonzalo y esa constante opresión que generaba la habían dejado quieta cual estatua histórica de un museo antiquísimo fuera.
- ¿Te das cuenta?
- Ahá.
- ¿Y, qué opinas?
- Esta bien, me gusta.
- Pensé que me ibas a decir todo lo contrario. Pero bueno, mejor para mi… Ya había programado una excusa perfecta.
- Esperá. ¿De qué hablas?
Lucas se puso más serio.
- De lo que viene ahora, Anna. Cuando terminen las vacaciones vos empezas lo mismo de siempre. Pero yo no, yo me voy a la ciudad, a empezar a construir mi futuro.
¡Clin! La cabeza de Anna comprendió todo. Lo que venia escuchando y respondiendo el diálogo con Lucas era su inconsciente. A nivel conciencia la pared escrita se estaba comiendo todo el papel principal de la obra… Un momento: ¡la conversación con Lucas era más importante! 
Anna, concentrate.
- Ahhhh exacto. Osea que vas a estudiar “eso” –puso un gran énfasis en hacer la cara de asco más representativa de todas- y no la hermosura de Cine y TV, ¿no? Que bien. Me súper alegro.
- ¡¡¡Me acabas de decir “esta bien, me gusta”!!! ¿Estás escuchándome? Por favor, no me hagas maquinar, que demasiado mal estoy con éste tema.
- ¿Y cómo no vas a estar mal si te estás mintiendo a vos mismo?
- Callate, basta.
- ¡Es que vos no te das una idea de lo genial que serías si estudiaras Cine y TV! Osea yo ya me imagino tu nombre por todos lados.
- Anna…
- Tenes miedo.
- ¿Y vos?
- Ok, cambiamos de tema, ¿te parece?
Para cuando Anna terminó la frase, Lucas ya estaba caminando con aires de superioridad haciéndose ver. Odiaba ser tan frágil y siempre terminar perdiendo. Sobre todo, y no haría falta aclarar, con Lucas.

Lucas. Lucas Lucas Lucas Lucas. Estúpido y sensual Lucas. La única cosa “sin explicación” que tenía Anna en su vida. Uno siempre tiene una mera idea del cómo, cuándo y por qué de algo... Lucas era la excepción a todo eso. ¿Cómo explicar la reiterada sensación de quedarse como una boba parada cada vez que ves a alguien? ¿O de volver a sentir algo aunque te hayas autoconvencido que ya es hora de cambiar? 
Después de una linda tarde en el centro, Lucas acompañó a Anna hasta su casa. Se sentaron un rato afuera porque estaba haciendo un clima hermoso. Todavía no habían regresado los padres de Anna y eso era un verdadero alivio, porque desde que llegaron no había tenido la oportunidad de contarles todo lo sucedido en Brasil. ¡Vaya noticia! Se habían encariñado con Gonzalo. Por momentos Anna recordaba lo de la pared y un escalofrío incómodo recorría su cuerpo. Cuando Lucas la saludó se quedó afuera esperando a que su figura desaparezca por completo. Odiaba esa sensación estúpida que le quedaba cada vez que lo veía, de andar con mirada perdida y una sonrisa plácida en su cara.
- ¿Cómo estamos, ah?
Anna se sobresaltó. Detrás de los arbustos de la entrada de su casa apareció Clara con su inconfundible esencia. Esencia molestera, obvio.
- ¡Ey! La próxima avisa que estás ahí, casi me matas.
- ¿Ese es tu noviecito?
- Sí, "mi noviecito".
- Está bueno la ver...
- ¡Sh! Callate. Vos sos una pendeja para él.
- Ay si, claro, imposible que en este primer minuto de diálogo que estamos llevando no te mandes ninguna 'viejada'.
- Cada vez que me decis algo de eso me ofendes, ¿sabés?
- Obvio, ésa es mi meta. Che, viejita, hoy un chico estuvo dando vueltas por acá todo el día.
¡Gonzalo! ¿Será posible?
- ¿De verdad? ¿Cómo era?
- Mmm, que se yo, alto, morocho, lindo, tiene un lunar en la cara.
¿Quién se cree para andar diciendole "lindo"? La voy a matar.
Un momento... Estamos hablando de Gonzalo, Anna. Dejá de decir estúpideces.
- ¡No puede ser!
- ¿Qué? ¿Qué pasó?
- ¿Viste algo más? ¿Qué hizo cuando andaba por acá?
- Emm, pasó un par de veces al frente de tu casa y miraba, pero nada más, que se yo.
- Ahá, bien, ¿eso nomás, no? ¿No se acercó a casa?
- No, que yo haya visto no, pero... ¿Por qué sos tan obsesiva así? ¡No entiendo nada!
Anna suspiró profundamente.
- Está bien, te voy a contar. ¿Puedo entrar? -hizo señas en dirección a la casa de Clara.
- Mm, no sé si debería dejarte entrar...
- Dale estúpida. Te cebo mates.
- Mm. No me gusta el mate.
Anna se quedó mirándola estupefacta. Clara ni se inmutó. Después de unos segundos, largó una carcajada y la invitó a entrar. La casa era enorme y muy linda, la mamá de Clara tiene un gusto hermoso para decorar. Lo del mate era cierto, pero bueno, Anna sabía preparar un Cappuccino riquísimo que seguramente la convencería. Mientras tanto, tomo una gran bocanada de aire y se dispuso a detallar detenidamente toda la historia de Lucas, Gonzalo, el encuentro escandaloso en Brasil y lo acontecido apenas unas horas atrás en la esquina de la plaza, más precisamente en la pared amarillita del negocio de plantas de Carlos. Tal vez iban a necesitar calentar el agua más de una vez.

Después de una hora, el ruido de un vidrio roto interrumpió la conversación.


TO BE CONTINUED


jueves, 4 de abril de 2013

IntroSpeccioneS

Hay cosas que hacemos simplemente por placer.
Cada vez que tengo la mente enredada salgo a dar una vuelta caminando o en bici. Cuando voy a pedirle la bici a mi papá me gusta entrar y que todos me saluden. Y ahí mi papá viene y me hace sentir como que soy "su nena" al frente de todos y me dice "bueno Luli, (porque ese es mi apodo desde chiquita) cuidate" y me voy victoriosa. Le bajo un poquito el asiento y me voy andando y haciéndome la que sé con cuál voy mejor empiezo a tocar los cositos de los cambios de la bici. Empiezo a andar mas fuerte cuando llego a la ruta y siempre voy mirando las personas que salen a caminar por la ciclovía. De vez en cuando veo a alguien conocido y lo saludo con la mano... Me encanta saludar a las personas. Casi siempre digo "hola, ¿cómo andas?" y la gente me dice: "bien bien, ¿y vos?" y yo les digo: "todo bien"; y ahí es cuando me malinterpretan y piensan que en vez de una afirmación lo que estoy haciendo es una pregunta, y me vuelven a decir: "bien". Sigo andando y después de varios pasos (o pedaleadas) me doy cuenta de que tengo una sonrisa estúpida en mi cara. La sonrisa estúpida que hago cuando saludo a las personas con las cuales me gustaría seguir charlando, o las que aparecen cada vez que voy caminando sola por la vida y me acuerdo de algo. ¿Qué pensará la gente que me ve? No me importa si dicen que soy ridícula, pero a lo mejor creen que estoy feliz o algo por el estilo y a lo mejor eso les gusta. Porque a mi sí me gusta. Me pone feliz ver y escuchar una conversación de dos nenitos que planean ser astronautas, o cuando dos chicos van de la mano y se miran con amor, o ver en un bar sentados a una familia riéndose. Que se yo. Para mi que la alegría se contagia. Volviendo al tema, doblo después en la ruta que desvía y va a parar a la otra entrada de Oliva de la ruta 9, y siempre pero siempre voy mirando los ¿cuises? o no sé cómo se les dice en plural que se vuelven locos cuando paso cerquita y se meten en sus cuevas. Cerca de la mitad de esa súper vuelta freno. Respiro un poco porque estoy cansada y empiezo a mirar para todos lados. Y ahí aparece mi faceta de cineasta. Imagino las escenas que podría filmar justo en esa partecita donde siempre freno con la bici. Todo alrededor esta como equilibrado... Tiene que ser en un día lindo. Después obvio hay que anexar las otras partes que son filmadas en otros lugares. Pero otros lugares que descubro así, de la misma manera, como que vas caminando normalmente hasta que frenas porque algo te hace frenar. Y miro filosoficamente todo e instantáneamente idealizo al personaje que aparece ahí. Lo único que nunca hice fue armar los diálogos... Como que lo que siempre imagino son escenas en silencio (necesitaría a alguien que le interese armar temas de conversación, gracias!). Hasta que me doy cuenta que estoy parada como una estúpida y esta vez sin sonrisa estúpida pero sí con cara de estúpida con una bicicleta al lado mío. En medio de la nada. Por ahí pasaron varios autos o camiones y yo ni. Y otras veces me pasa que cuando termino de ver una película sigo con las escenas en mi mente, o salgo de mi casa hablando en ingles, o me siento como algún personaje que me haya gustado y siento adentro de mi cuerpo que hay algo que me va a pasar. Ahora es el momento en dónde freno, leo lo que escribo y me doy cuenta de la vergüenza que paso sacando estos temas que me pasan a la luz. Pero interesantemente las ganas de escribir me aparecen como cuando me aparece alguna idea para filmar algo, así de la nada, hasta con cierto grado de impulsividad (no sé si esta palabra existe). Que se me ocurre y me dan ganas de salir corriendo para mi casa para sentarme a escribir. A veces puedo hacerlo, a veces no, y no me queda otra que escribirlo en el celular... Si alguna vez alguien lee mis notas va a pensar que fumo algo.
Me pasa eso de la "impulsividad" con varias cosas. Hay momentos en donde me dan ganas de irme a estudiar biología marina y vivir en el sur y estoy tan convencida que lo siento en todo el cuerpo. Hay momentos en donde me dan ganas de irme a Córdoba para hacer algo. Hay momentos en donde me gustaría estar con alguien. Y después hay momentos en donde todos estos momentos sólo son momentos. Y punto, salgo a andar en bici, veo una película, corro con Malena que llena a todo el mundo de babas, visito a mi tía Andrea, leo un libro. Nada más. Todo se calma. Pero me queda la sensación del impulso que fue fuerte.
En fin, estaba escribiendo la parte XIX (en qué momento se hizo tan largo????) de A love story y me enredé con este textito en la mente. ¿Seran las eternas vacaciones que estoy teniendo? Estoy haciendo catarsis all the time. Mejor me voy, hay gente que me esta exigiendo repuestas y más concentración en una historia que en mi.
Au revoir

jueves, 28 de marzo de 2013

El dilema del "¿cómo andas?"

Pasas andando en bici por la avenida
volves de pelearte con tu novio
en la vereda está la tía de un amigo barriendo
siempre fue muy simpática.
Levantas la cabeza y escondes las lágrimas
ella deja de barrer
"Hola Luisa" le decís
"Hola Male, ¿cómo andas?" te pregunta
"Bien bien, todo bien" respondes.
¿Bien bien, todo bien?
"¿Cómo está Usted?" decís, para no quedar mal
"Bien, acá estamos, limpiando un poco" escuchas
"Y, no nos queda otra, me alegro igual" replicas
¿No nos queda otra?
¿De verdad te alegras? No se te nota.

Esa estúpida voz interior que nos altera la conciencia. ¡¡¡Pero tiene tanta razón!!!

Por lo general no hay saludo que no venga con un "¿cómo andas?" o un "¿todo bien?" anexado. Pero aunque nos estén pasando veintiocho mil cosas por dentro, sonreímos y decimos: "bien, por suerte". ¿Cuántas veces preguntaste y alguien te dijo "mal"? A mi que no me jodan, no me pasó nunca. ¿Será porque andamos muy apurados y sin tiempo para frenar y contarle a esa persona como nos sentimos? ¿O tal vez será el pensar que nadie tiene ganas de escucharnos?
En realidad las causas pueden ser varias... Pero la próxima vez que tengas que responder, pensalo.

sábado, 23 de marzo de 2013

A love story PARTE XVIII

- Anna, ¿ya acomodaste todo?
Pasó a diez mil por hora y, como de costumbre, tiró el adorno de flores que había en el pasillo. Su mamá le gritó pero no escuchó nada. Cerró de un portazo su casa y recorrió la entrada principal, el jardín estaba un poco descuidado... Giró a la derecha y abrió la reja de entrada de la casa de al lado, recorrió los cuatro metros dando grandes zancadas y tocó la puerta con una furia precoz.
Está dormido o finje que duerme... Llega una mosca y se posa en su boca, y sin embargo mi mundo termina en ella...
"Una piba con la remera de Greenpeace" se escuchaba hasta en el otro lado de la cuadra. Anna se dio cuenta de la idiotez que estaba haciendo en el preciso instante en que le abrieron la puerta, así que su cara de perdida no pudo disimularse. Su nueva vecina era un poco mas baja que ella, tenía atado un rodete desprolijo y la rasta colgaba con elegancia sobre su hombro izquierdo. Se paraba de una forma rara, como girando ambos pies hacia adentro, generando una imagen provocadora. A pesar de eso, se le notaba en la cara cierto grado de sorpresa al ver a Anna parada allí afuera. Empezó a hablar:
- ¿Si? ¿Qué necesitas?
Anna reaccionó.
- Te venía a decir así, frente a frente, que tu música me está molestando.
- Ah, pensé que venías a pedirme el amplificador... Digo, para que suene la música, ¿no?
- ¿No te enseñaron buenos modales a vos? ¿Andas por la vida así, sin que te importe nada?
- Ajá. ¿Y?
Okey. Su nueva vecina estaba destruyendo poco a poco toda su paciencia tan característica. La estaba alterando.
- Y nada, ¿podes bajar la música?
Lo cierto es que le estaba ganando por goleada. Anna nunca fue buena para seguir con las peleas del tipo "yo tengo razón por tal y tal cosa", simplemente se limitaba a asentir y decir: "esta bien, como vos quieras. Pero acordate que yo te lo dije alguna vez".
La vecina nueva la miró, tenía una mano apoyada en la puerta y la otra en su cintura. Parecía estar posando para una pintura de algún famoso artista europeo. Sin decir una sola palabra, giró sobre si misma y se metió dentro. Anna empezó a escuchar pasos de alguien que subía las escaleras, luego que el volumen de la música bajaba, luego los pasos de alguien que bajaba las escaleras (ahora con mucha más claridad) y de repente volvió a tener en frente a la imagen de su vecina.
- ¿Conforme?
- Mmm.
- ¿Mmm?
Oh rayos. ¿Qué me esta pasando? Repentinamente aquel odio inminente que sentía se había esfumado. Casi que sentía que quería agradecerle.
- Sí, ahí esta bien. Ahora puedo escuchar mi música tranquila.
- Okey.
Ambas se quedaron paradas sin saber qué hacer a continuación. Anna se dio vuelta y empezó a caminar por la entradita para irse a su casa. Por el rabillo del ojo vio que su vecina seguía parada en la puerta y había adoptado de nuevo la "posición de pintura". Se sentía rara.
Entro a casa, subió las escaleras, abrió la puerta de su habitación y volvió a poner música desde su notebook. Gotye sonaba a la perfección... Apenas se escuchaba la voz del Indio Solari. Se levantó de un golpe y le puso stop a la canción.
¿Que había hecho Anna? Huir. Claro, es fácil. Doy media vuelta y me voy a casa. Me refugio en mi hogar, en mi habitación, tranquila. ¿Tranquila? ¿Tranquila por nunca acabar las cosas que quedan mal, o incompletas? ¿Podía andar por la vida así como así? ¿Cuándo iba a aprender a hacerle frente a sus problemas? "Sí, ahí esta bien. Ahora puedo escuchar mi música tranquila"... Que estúpida. ¿Porqué no le dije algo más?
Se asomó a su ventana. Su vecina no había vuelto a subir a su habitación... ¿Se habrá quedado mal? ¿Porqué no fui con amabilidad? Bueno, es que en realidad ella empezó... ¡Pero podrías habérselo dicho de otra manera, Anna!
Turbulencias en su mente. Estaba a punto de volverse para ir hasta su casa y disculparse cuando la vio entrar. Estaba comiendo un sándwich enorme y cuando iba a tomar algo de su mesita de luz miró por la ventana. Anna no tuvo tiempo de disimular, así que le clavó la mirada sin poder hacer otra cosa. No aguantó y se asomó, haciéndole señas con las manos. Cuando su vecina terminó de tragar, se dirigió con toda la pasta del mundo a la ventana, siguiendo las señas.
- Disculpá -dijo Anna-
- Está bien. Vos a mi por lo de la música y contestarte.
- Ah menos mal... ¡Pensé que a eso tampoco lo sabías!
- ¿Saber qué?
- Saber pedir perdón, digo...
Por primera vez se le escapó una sonrisa. Era tierna, sencilla. Una sonrisa sincera.
- ¿Cómo te llamas?
- Anna... ¿Y vos?
- Clara. Me llamo Clara.

Lucas volvió mas lindo que nunca. O en esos pocos días se había hecho algo, o Anna estaba tan desesperada por su vuelta que lo notó así. O en realidad casi siempre que pasaba mucho tiempo sin verlo sentía que estaba más lindo y ya pasaba a ser parte de su psiquis...
Habían quedado en encontrarse, y cuando lo vio aparecer en la esquina no pudo evitar sonreír. Esa forma de caminar era única en el mundo. Desde donde estaba podía ver su sonrisota y esos dientes tan perfectos. Estando a poquitos metros de Anna, le dijo:
- ¿Qué haces vos acá?
- ¡Nada! Estaba esperando a una amiga. ¡Que coincidencia que justo pasas!
Sonrieron a la vez y se abrazaron. Mientras Lucas la tenía en sus brazos, Anna abrió los ojos y lo vio. Su corazón se detuvo en seco.


TO BE CONTINUED

viernes, 8 de febrero de 2013

A love story PARTE XVII


Anna llegó a su habitación y se tumbó en la cama. Sentía una presión muy fuerte en el pecho. ¿Realmente nos duele el corazón cuando nos sentimos mal? Es increíble como un revuelco en la panza y una punzada de dolor en la zona de los pulmones hace que nos enrosquemos en nuestros propios brazos y tengamos la necesidad de llorar permanentemente, como si el mundo llegase a su fin. Con toda la cabeza metida en la almohada, Anna no podía respirar bien y por momentos se ahogaba, pero no quería que se escucharan sus sollozos para hacer que Martín acudiera a su habitación. No quería que nadie supiese lo que había hecho en realidad, le acababa de romper el corazón con palabras inapropiadas a alguien que nunca la trató mal, que nunca hizo nada malo. Simplemente nunca había sentido con claridad algún tipo de cariño hacia él. Toda esa cantidad de “te quiero” que se decían no significó nunca nada para ella. Necesitaba tanto hablar con su prima Mari... Seguramente ella sabría ver las cosas y lograr que se calme. Hasta le habría dicho que fue lo mejor que podría haber hecho en su vida. ¿Y no era así? ¿No acababa de superar ampliamente su debilidad para decir las cosas de frente? ¿No había hecho lo que sentía su corazón?
Sí. Exactamente eso. Se sentó en la cama, y su reflejo en el espejo mostraba a una adolescente hermosa que le devolvía una sonrisa. Siempre que lloraba se le ponía toda la cara colorada y eso le daba gracia. Además, ya nada tenía más importancia que la sensación de libertad que tenía. Mientras estaba en el baño quitando toda prueba de su llanto sintió su celular, y, para su sorpresa, era Lucas. Se puso la remera nueva que había comprado y salió directamente a la playa… Las conspiraciones habían actuado una vez más a favor del amor de su vida.
Después de una última semana en Brasil en donde a Anna el amor de Lucas la tuvo ocupada las 24 horas de cada uno de los días, los Van der Veen volvieron a su hogar y se encontraron con una sorpresa: nuevos vecinos.
Al bajar del auto, Anna vio a una chica un par de años más pequeña que ella, de mediana estatura y el pelo castaño claro. Estaba bajando unas cajas de la parte trasera de una camioneta gris. Llevaba puestos unos jeans gastados y una musculosa negra con la inscripción “Say no more” en la parte de adelante. Cuando la vio girar para empezar a caminar hacia su nueva casa, una pequeña rasta se asomó sobre su cabello atado. A Anna le gustó eso.
- ¡Anna! ¿Querés ayudarnos a bajar las cosas?
La voz de su mamá la hizo volver en sí. Sentía curiosidad por su vecina nueva.
- Voy ma.
En su casa había olor a encierro. Se apresuró a acomodar unas cosas de la cocina y subió corriendo las escaleras hacia su cuarto. Extrañaba mucho su cama… Abrió las ventanas y respiró aire puro; a pesar de que sus vacaciones habían terminado, era bueno estar en casa. Qué lindo era pensar en la vuelta de Lucas en unos días para invitarlo a su casa y contarles a sus padres que estaban juntos de nuevo. Ya lo estaba extrañando y tan solo había pasado un día de su despedida. El tiempo que quedara hasta que él regrese iba a ser duro…
Acomodó su ropa y guardó la valija. Encendió su notebook y puso un poco de música para relajarse y descansar después de semejante viaje. Ya casi estaba dormida cuando empezó a escuchar un tema de Los Redonditos de Ricota que sonaba con toda. Subió un poco los parlantes y se asomó en la ventana para ver de dónde provenía. En frente estaba ella, su nueva vecina, abriendo la ventana de su cuarto. Anna pudo sentir cómo las ondas sonoras viajaban por el aire hasta llegar a ella para provocarle una constante vibración en la panza.
 ¿Qué onda con la piba esta? Yo puse música primero. Este es mi barrio.
La chica nueva se percató que la estaba observando y giró (con una ligera intención de provocarla) el volumen hacia la derecha. Luego sonrió con satisfacción y se puso a cantar. Anna la imitó. La chica nueva volvió a repetir la acción e inmediatamente el tema de Gotye de Anna se escuchó como apenas un murmullo, aplastado por el sonido inconfundible de la voz del Indio Solari.
Ah no, no lo puedo creer. ¿Apenas hará un día que está instalada y ya se cree dueña del mundo? A esta pendeja hay que frenarle el carro.
La chica nueva la miraba con expresión desafiante, como si no le temiera a nada. Anna estaba enfurecida… Asomó la mitad de su cuerpo por la ventana y le gritó:
- ¿Qué haces? ¿No ves que estoy intentando escuchar música tranquila?
- Mm, la verdad es que no lo veo. Ni tampoco lo escucho, ¿en serio sale algún tipo de sonido de esos parlantitos?
Me está cargando. ¿QUIÉN-SE-CREE-QUE-ES?
- ¿Pero quién sos nena?
- ¿Qué te importa? Y yo no soy ninguna nena. Vieja.
¿Vieja? Ah no… esto se le está yendo de las manos. La voy a matar.

TO BE CONTINUED


miércoles, 2 de enero de 2013

Duro es aceptarlo

¿Cómo resumir el 2012 en una entrada de Blog?
Hoy es 2 de enero. Oficialmente se terminó todo. Cuando hicimos la fiesta de la primavera me acuerdo que pensábamos en que nos quedaba mucho todavía. Cuando hicimos el apertura y pasamos por la semana de la cultura, nos quedaban fechas importantes. El festival de teatro. Después del fogón, el acto. Después del acto, la fiesta. "Después de Bariloche no nos queda nada más", pero sí... Navidad. Año nuevo. 
Todo el año, desde que lo empecé con un par de lagrimas de felicidad porque imaginaba lo que se venía el 1 de enero a las 00 horas, fue hermoso. Todo. Y ya se terminó.


Deja de escribir. Se muerde el labio inferior. Lagrimea.