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domingo, 5 de febrero de 2012

A love story PARTE IX


¿Hola? ¿Quién sos? Si no me decis voy a…
Tu tu tu. Llamada terminada.
No, basta. No podía pasarle de nuevo. Algo había que hacer. No será Anna, ¿no? No, no, no la creo capaz de hacerme esto. Apenas habían pasado 2 días desde que las llamadas misteriosas habían cesado de molestar a Lucas. Ya le había preguntado a todos sus amigos, su familia, incluso (y con cierta vergüenza) ¡a Juliana! Lo que, sin dudarlo, provocó el inicio de una tortura de chateadas en Facebook; Plic-plic, una ventanita aparecía en color azul, con un globito con el numero 1 en rojo… Lucas abrió en mensaje recién recibido.

Juliana Carena

Hola Luqui :) Se solucionó lo de las llamadas? Me quedé preocupada.

Lucas suspiró. Sabía que esto iba a pasar, ahora no le quedaba otra. Se mordió el labio inferior y, pensativo, apoyó los dedos en el teclado de su computadora.

Lucas Vanger

Hola Juli, cómo estás? Sigo sin saber quién puede ser. Si llegás a escuchar algo te agradecería que me lo cuentes .. Es molesto sabés? Igual vos no te hagas drama, gracias igual. Qué tal las vacaciones?

Listo. Lo había hecho… Él le dio charla. Ahora, a bancarse las consecuencias. ¿Bancarse?
Juliana era un año menor que Anna, iban al mismo colegio y muchas veces se cruzaban. Sus padres se conocían así que varias veces habían compartido tardes, e incluso vacaciones, cuando eran pequeñas. Cuando Juliana empezó la secundaria seguían siendo amigas, hasta que dejaron de hablarse sólo por distancias, nada más. Aún así, Anna nunca se hubiera metido con un novio -o ex- de ella, ¿en dónde quedaron esos recuerdos dorados de su amistad? En simples palabras, se había convertido en su enemiga peor desde el primer momento en que notó sus no disimulados intentos de acercarse a (por aquel entonces) su Luqui. Encima era una pesada de aquellas… Aunque eso a Lucas le gustaba. “Típica mina histérica que se hace la difícil y complicada cuando todo el mundo sabe que está totalmente enganchada con él” El estereotipo perfecto de las chicas actuales, que hacen torturar a todos los chicos pavos que aman lo difícil, lo “imposible”… Vaaamos, ¡si es más fácil que la tabla del 2! (N. de la E.: sabrán comprender mi transparencia femenina en este caso, ¿es que no se dan cuenta a caso? ¡Hombres!) En fin… ¿Qué ocurrió después? Por supuesto… Lo que imaginan.
- Che Juli, tengo un amigo que está muerto con vos.
- Am, cayate Lautaro, ¿querés?
- Dale, no te hagas la tonta… Te espera en el patio de atrás de la casa de Juampi, ¿vas?
No hace falta aclarar la rapidez con la que Juliana se arregló la prensa del pelo y salió. A Lautaro se le dibujó una sonrisa torcida.

Gonzalo la tenía algo embobada. Tanto como para que tooooodo el mundo (léase: compañeros de clase, amigos, los chicos de los otros cursos, las familias, etcétera) sepa de su nuevo “amigo”. Lo que más le gustaba a Anna era volver a eso que (personalmente) me permito nombrar como “la previa” de una relación. Mensajito que va, mensajito que viene, un par de sonrisas que inconscientemente no se puede contener, apenas algún “linda” que se escapa y aparece por ahí, darse toques en Facebook, unirse a grupos del estilo “Acá, sola, con el perro…”, que se traducen a un: “dale, ¿qué esperas?", palos cariñosos y la estúpida –pero linda- sensación de volar en una nube rosa con forma de corazones. Encima era tan bueno… Así como muy caballero. A veces demasiado. No es que Lucas no lo era, no, sólo que Anna estaba acostumbrada a otra cosa. Lo que no la convencía mucho era que, desde la primera vez en la plaza, Gonzalo se había convertido en un ser muy, a ver; cómo decirlo… Sí, pegajoso. Meloso. Pegote. Cargoso. Asfixiante. Ese estilo de chicos que te abrazan mientras caminan por la calle, por la plaza, en la casa, al frente de tus padres y los suyos, en el club… ¡En todos lados! Stop. No daba para que todos vean que Anna Van der Veen ya tenía una nueva historia. ¡Y con Gonzalo! Su compañero de curso durante los últimos 7 años. Y además, eso de ser tan pegados simplemente no se soportaba. Anna necesita espacio, ¿saben? Nada de toqueteos públicos. Incluso privadamente era un poco fría, por así decirlo. No vamos a catalogarla como una especie de roca dura, pero tampoco podemos compararla con un tarro de la miel más dulce de abejas. Pero bueno, por ahora se lo bancaba, a lo mejor se adaptaba, o se lo diría alguna vez. Gonzalo cambiaría, seguro.
TO BE CONTINUED

1 comentario:

  1. OH MI DIOS, "aca, sola, con el perro..." - como sho
    sos una grosa, en serio te lo digo, me encanta esta historia, y mas del modo en que lo escribis, me dejas con mas intriga que la que me dejan ciertos libros, te felicito!
    te ama, tu prima Mari ;)
    Val

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