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jueves, 28 de marzo de 2013

El dilema del "¿cómo andas?"

Pasas andando en bici por la avenida
volves de pelearte con tu novio
en la vereda está la tía de un amigo barriendo
siempre fue muy simpática.
Levantas la cabeza y escondes las lágrimas
ella deja de barrer
"Hola Luisa" le decís
"Hola Male, ¿cómo andas?" te pregunta
"Bien bien, todo bien" respondes.
¿Bien bien, todo bien?
"¿Cómo está Usted?" decís, para no quedar mal
"Bien, acá estamos, limpiando un poco" escuchas
"Y, no nos queda otra, me alegro igual" replicas
¿No nos queda otra?
¿De verdad te alegras? No se te nota.

Esa estúpida voz interior que nos altera la conciencia. ¡¡¡Pero tiene tanta razón!!!

Por lo general no hay saludo que no venga con un "¿cómo andas?" o un "¿todo bien?" anexado. Pero aunque nos estén pasando veintiocho mil cosas por dentro, sonreímos y decimos: "bien, por suerte". ¿Cuántas veces preguntaste y alguien te dijo "mal"? A mi que no me jodan, no me pasó nunca. ¿Será porque andamos muy apurados y sin tiempo para frenar y contarle a esa persona como nos sentimos? ¿O tal vez será el pensar que nadie tiene ganas de escucharnos?
En realidad las causas pueden ser varias... Pero la próxima vez que tengas que responder, pensalo.

sábado, 23 de marzo de 2013

A love story PARTE XVIII

- Anna, ¿ya acomodaste todo?
Pasó a diez mil por hora y, como de costumbre, tiró el adorno de flores que había en el pasillo. Su mamá le gritó pero no escuchó nada. Cerró de un portazo su casa y recorrió la entrada principal, el jardín estaba un poco descuidado... Giró a la derecha y abrió la reja de entrada de la casa de al lado, recorrió los cuatro metros dando grandes zancadas y tocó la puerta con una furia precoz.
Está dormido o finje que duerme... Llega una mosca y se posa en su boca, y sin embargo mi mundo termina en ella...
"Una piba con la remera de Greenpeace" se escuchaba hasta en el otro lado de la cuadra. Anna se dio cuenta de la idiotez que estaba haciendo en el preciso instante en que le abrieron la puerta, así que su cara de perdida no pudo disimularse. Su nueva vecina era un poco mas baja que ella, tenía atado un rodete desprolijo y la rasta colgaba con elegancia sobre su hombro izquierdo. Se paraba de una forma rara, como girando ambos pies hacia adentro, generando una imagen provocadora. A pesar de eso, se le notaba en la cara cierto grado de sorpresa al ver a Anna parada allí afuera. Empezó a hablar:
- ¿Si? ¿Qué necesitas?
Anna reaccionó.
- Te venía a decir así, frente a frente, que tu música me está molestando.
- Ah, pensé que venías a pedirme el amplificador... Digo, para que suene la música, ¿no?
- ¿No te enseñaron buenos modales a vos? ¿Andas por la vida así, sin que te importe nada?
- Ajá. ¿Y?
Okey. Su nueva vecina estaba destruyendo poco a poco toda su paciencia tan característica. La estaba alterando.
- Y nada, ¿podes bajar la música?
Lo cierto es que le estaba ganando por goleada. Anna nunca fue buena para seguir con las peleas del tipo "yo tengo razón por tal y tal cosa", simplemente se limitaba a asentir y decir: "esta bien, como vos quieras. Pero acordate que yo te lo dije alguna vez".
La vecina nueva la miró, tenía una mano apoyada en la puerta y la otra en su cintura. Parecía estar posando para una pintura de algún famoso artista europeo. Sin decir una sola palabra, giró sobre si misma y se metió dentro. Anna empezó a escuchar pasos de alguien que subía las escaleras, luego que el volumen de la música bajaba, luego los pasos de alguien que bajaba las escaleras (ahora con mucha más claridad) y de repente volvió a tener en frente a la imagen de su vecina.
- ¿Conforme?
- Mmm.
- ¿Mmm?
Oh rayos. ¿Qué me esta pasando? Repentinamente aquel odio inminente que sentía se había esfumado. Casi que sentía que quería agradecerle.
- Sí, ahí esta bien. Ahora puedo escuchar mi música tranquila.
- Okey.
Ambas se quedaron paradas sin saber qué hacer a continuación. Anna se dio vuelta y empezó a caminar por la entradita para irse a su casa. Por el rabillo del ojo vio que su vecina seguía parada en la puerta y había adoptado de nuevo la "posición de pintura". Se sentía rara.
Entro a casa, subió las escaleras, abrió la puerta de su habitación y volvió a poner música desde su notebook. Gotye sonaba a la perfección... Apenas se escuchaba la voz del Indio Solari. Se levantó de un golpe y le puso stop a la canción.
¿Que había hecho Anna? Huir. Claro, es fácil. Doy media vuelta y me voy a casa. Me refugio en mi hogar, en mi habitación, tranquila. ¿Tranquila? ¿Tranquila por nunca acabar las cosas que quedan mal, o incompletas? ¿Podía andar por la vida así como así? ¿Cuándo iba a aprender a hacerle frente a sus problemas? "Sí, ahí esta bien. Ahora puedo escuchar mi música tranquila"... Que estúpida. ¿Porqué no le dije algo más?
Se asomó a su ventana. Su vecina no había vuelto a subir a su habitación... ¿Se habrá quedado mal? ¿Porqué no fui con amabilidad? Bueno, es que en realidad ella empezó... ¡Pero podrías habérselo dicho de otra manera, Anna!
Turbulencias en su mente. Estaba a punto de volverse para ir hasta su casa y disculparse cuando la vio entrar. Estaba comiendo un sándwich enorme y cuando iba a tomar algo de su mesita de luz miró por la ventana. Anna no tuvo tiempo de disimular, así que le clavó la mirada sin poder hacer otra cosa. No aguantó y se asomó, haciéndole señas con las manos. Cuando su vecina terminó de tragar, se dirigió con toda la pasta del mundo a la ventana, siguiendo las señas.
- Disculpá -dijo Anna-
- Está bien. Vos a mi por lo de la música y contestarte.
- Ah menos mal... ¡Pensé que a eso tampoco lo sabías!
- ¿Saber qué?
- Saber pedir perdón, digo...
Por primera vez se le escapó una sonrisa. Era tierna, sencilla. Una sonrisa sincera.
- ¿Cómo te llamas?
- Anna... ¿Y vos?
- Clara. Me llamo Clara.

Lucas volvió mas lindo que nunca. O en esos pocos días se había hecho algo, o Anna estaba tan desesperada por su vuelta que lo notó así. O en realidad casi siempre que pasaba mucho tiempo sin verlo sentía que estaba más lindo y ya pasaba a ser parte de su psiquis...
Habían quedado en encontrarse, y cuando lo vio aparecer en la esquina no pudo evitar sonreír. Esa forma de caminar era única en el mundo. Desde donde estaba podía ver su sonrisota y esos dientes tan perfectos. Estando a poquitos metros de Anna, le dijo:
- ¿Qué haces vos acá?
- ¡Nada! Estaba esperando a una amiga. ¡Que coincidencia que justo pasas!
Sonrieron a la vez y se abrazaron. Mientras Lucas la tenía en sus brazos, Anna abrió los ojos y lo vio. Su corazón se detuvo en seco.


TO BE CONTINUED