- ¿Ah? ¿Qué?
- La profe te habla, ¡¿hiciste el trabajo?!
- ¿Y Van der Veen? ¿Qué le pasa hoy que está tan volada? Espero que esta vez haya cumplido, porque si no...
No. ¡Me olvidé lo de Derecho! Ay me va a matar, ¡el trabajo de los Artículos!
- Emm, no, no lo terminé profe... -Carraspeó. Los nervios tenían la capacidad de carcomerla.
- Ah, ¡pero mirá que bien! Bueno, haber, tenés buenas notas Anna. ¿Querés perderlas por el concepto y el signo "-"? Te voy a dar tiempo hasta el jueves, ¿puede ser? No quiero excusas.
Se le había pasado por completo. Tenía tantas ganas de estar en cualquier lugar menos en ese que su cabeza no cesaba de maquinar. Vicky, sentada a su lado, no paraba de contarle lo que había pasado en la tarde de ayer cuando en voley se pelearon Mía y Valen por Sebastián, que no sabía en donde meterse. En la otra punta del aula estaban los pesados de siempre tirando tizas, la vieja de derecho explicaba "El interés superior del niño" y cada vez que la miraba, le hacía saber que era una irresponsable por no haber hecho la tarea. Por otro lado, cuando entró al colegio miró el piso superior y Lucas reía animadamente cuando Gero le contaba vaya uno a saber qué. Él estaba contento, ella estaba triste. Estaba entera metida dentro de un remolino negro que, con el paso del tiempo, se incrementaba aún más de desconcierto.
¿Por qué? ¡Estaba tan cansada! Cansada del colegio, de la vieja estúpida que nunca trataba bien a nadie, de Vicky y sus chismes, de los pesados de la punta y sus tizas, del Interés superior del niño, de Gero y lo que estaba contando y, sin la necesidad de aclararlo, de Lucas.
Ése mismo día, en la hora siguiente, Anna descubrió la facilidad que tenía el universo para conspirarse en que ocurran cosas malas. ¿Con qué necesidad tenía que cruzarse con él en el pasillo que va hacia la biblioteca? ¿Justamente a los dos los habían mandado a buscar libros o, directamente, los profesores supieron de ante mano la situación por la que estaban atravesando ambos y se contactaron psíquicamente para que ocurra? (Que pregunta larga)
- (Silencio)
- ¿Justo vos? - ¿Porque vos? Al unísono. Sonrisas.
- Tengo que buscar información para un trabajo de la Alicia, ¡no sabés! -Dijo Anna después de volver en sí por semejante eclipse que le provocaba siempre ver la sonrisa de Lucas, tan amplia, con esos dientes perfectos y blancos... Basta.
- Siempre es así de exigente, llega un punto que te dan ganas de tirarle todo arriba de la cabezota esa que tiene.
- Sí, jaja, ¡es verdad! ¿Te acordás del trabajo que tenías que darle el año pasado sobre Historia Argentina? Mi mamá te había explicado ..
Un momento. ¿Con que necesidad? Anna, explicate, ¿para que remover cosas del pasado? Callate. Basta, no hables mas. Estúpida.
- ¡Tenes razón! Gracias a eso me saque un 10. Tu mamá es una genia para esas cosas.
- Sí, definitivamente.
Se detuvo un instante y se dirijió hacia los estantes del fondo. Siempre había pensado que la biblioteca merecía un poco mas de atención, tan oscura y llena de tierra y polvo, aburrida. Ni siquiera la directora (tan insoportable y pulcra) le daba un mínimo de importancia. Escondía tantos tesoros en aquellos libros guardados, cajones repletos de trabajos anteriores que alguna vez fueron el interés de alguien, múltiples láminas coloridas y tantos vídeos informativos como caramelos de goma vendía Marcos, el cantinero. Sin dudarlo, era un lástima. Dejó de volar por un segundo y encontró el libro de historia.
- Lo encontré, estaba muy escondido. ¡Nos vemos Lu! ¿Vos cerrás?
- Si, no te hagas problema. Bueno Anni, suerte con eso.
Pum. Emprendió camino. De repente, un ruido sordo la dejó perpleja. Giró, y descubrió que Lucas había salido rápido e iba corriendo en su misma dirección, con cara de preocupación pero a la vez alegría, gritando: - Oh, tierna Anni, por favor espero que sepas disculpar mis actos tan impuros y desagradecidos, y que vuelvas a mis brazos para así remediar todo el dolor que he causado ..
- Mi amado Lucas, tus disculpas son aceptadas, por favor. ¡He esperado este momento desde el segundo en que nos separamos! Te amo como a mi propia vida ..
- Tú sabes que mi propia vida eres tú, Anna Van der Veen. Así que, ven a mi, vayámonos juntos a otro mundo, donde tu cuerpo sea lo único que precise para vivir...
ESPERA. FRENA TODO ACÁ. ¿QUÉ? ¿PORQUE HABLAS ASÍ LUCAS? ¿QUE TENÉS PUESTO EN LA CABEZA? ¡¿UN GORRO DEL AÑO 1597?!
Cuando Anna abrió los ojos estaba frente a la puerta número 6, Lucas no estaba sosteniéndola con sus brazos cariñosamente y, por si las dudas (y gracias a Dios) nadie estaba rondando por los pasillos. Culpó inmediatamente a su afán por Romeo y Julieta de Shakespeare, y las demás historias de amor que tanto lugar ocupaban en su corazón. Dejo soltar un suspiro y, maldiciendo, penetró el salón de clases de 5to año B.
TO BE CONTINUED