Me desperté y me dieron ganas de tomar unos mates. Se le cayó a mi mamá el mate que usábamos y era de vidrio, así que se quebró y pierde. Que bajón.
Busco en la alacena el rojito que una vez me regaló el hermano de una amiga porque venía en una promo de puchos, y lo jodí para que me lo consiga. Lo tengo de reserva para cuando invito a mis amigas, porque hay algunas que gustan mucho del mate dulce, y eso termina siempre en guerra.
La bombilla estaba chota, así que buscando una en el cajón me acuerdo de que para el cumple de mi vieja una mujer le regaló un mate de cerámica, que lo usamos como adorno porque tiene un dibujito bonito, pero la bombilla que lo acompaña está 0 km. Es roja.
Siempre compramos la Rosamonte, o la Playadito; aunque en su momento nos deleitamos mucho con la Jactancia, una yerba orgánica que es buenísima. Se ve que no consiguió ninguna mi vieja, así que la que está es la Amanda: inusual en casa, pero igualmente rica. Así que venga.
Pongo la pava, prendo un sahumerio con los fósforos; es la estrategia que usamos con mi mamá para que mi viejo no se lleve siempre los encendedores por equivocación y tengamos que inventar carreras de papeles encendidos desde el termotanque hasta la cocina.
Hay un sol hermoso, y la mañana siempre me resulta uno de los mejores momentos del día. Antes de levantarme leí una noticia donde lo mencionaban a un escritor cordobés que me sonaba, y, en efecto, en mi biblioteca encontré un libro de él. Regalo de la tía Andrea allá por diciembre de 2010, según mis registros de pertenencia que religiosamente aplico en la segunda página de toooodos mis libros. Qué recuerdos, estaba buena la historia, es una novela bien flashera... Vamos a pispear un par de capítulos. Si está tan linda la mañana, no hay mejor lugar para leer que el patio.
Preparé la reposera, y recién cuando volví a entrar para pasar el agua de la pava eléctrica al termo me di cuenta de todo.
El termo es rojo. Las reposeras que tenemos en el patio, también. Me reí unos minutos antes cuando tiré la yerba al mate y quedaba bien combinado con la bombilla roja.
El libro de Pinus es rojo.
La cajita de Tres Patitos desde que tengo memoria es roja.
Busco con los ojos el paquete de yerba Amanda... Rojo también.
Me empecé a reir sola, apareció mi mamá en la cocina y no entendía por qué. Me fui al patio y armé una escena magnificamente roja para hacer una foto. Madre seguía sin comprender...
Salió esto. Fue casual. ¿Casualidad?