Mientras analizaba el Manuscrito K del psicoanalista más conocido del mundo entero, una sartada (lo busqué en google porque el corrector me lo marca, y parece que no existe tal palabra, pero yo la he oído varias veces y me gusta utilizarla como sinónimo de "un montonazo") de ideas empezaron a aflorar en mi mente, que como varias veces lo he dicho, es un tanto enquilombada. La rebelde es mi inspiración. Como ejemplo acá lo tenes, decime si no te suena a actitud ultrarebel esa de andar escapando de tus quehaceres y responsabilidades porque te haces la loca y preferis salir con tus amigas, mirar una peli, dormir un rato la siesta. No me resulta casual el hecho de que siempre que tengo algo que hacer (en mi caso particular, la responsabilidad mas grande en este momento es estudiar), un montón de cosas se me ocurran para escribir, lo que sería para mí una actividad que me gusta mucho pero al mismo tiempo tanto me cuesta. Es decir, lo que me cuesta es conseguir ideas. O poder acomodarlas. Capaz están todo el tiempo dando vueltas, "pero no puedo enlazar mis ideas. Mis pensamientos son estrellas con las que no puedo formar constelaciones". (Te invito a que hagas click, el enlace conduce al dueño de esta frase que tengo el honor de citar)
(¿Hiciste click? ¿Estas respirando? Sé que es difícil. Te entiendo. La persona que encarnó al personaje de Augustus Waters nació siendo sexsymbol)
En fin. Lo que me llevó a venir hasta el escritorio y sentarme a escribir estas cosas es la gran duda de por qué las buenas ideas suelen aparecerte en momentos donde necesitas la concentración para otra cosa, siempre más importante. ¿Es que el sentimiento de culpa por dejar todo por un momento es el motor más intenso de mi inspiración? ¿Será que, como escribir es algo que me gusta y siempre me hace bien, lo tomo como una excusa por demás entendible para demorar el tiempo de responsabilidad estudiantil?
Hipótesis tengo un montón. Y probables explicaciones científicas, también. Pero le soy fiel a mi mantra querido, que dice que cuando las ideas se acumulan y disparan hacia tu corazón... hay que escribir. Mientras seguía intentando apuntar mi concentración hacia las histerias y neurosis obsesivas del señor Sigmund Freud, Katniss Everdeen me disparaba diez mil flechas al corazón y mi cara cada vez se contentaba más. ¡Al fin, hermana! ¡Esta oportunidad es única!
Y acá estoy.
En uno de mis espacios favoritos del mundo.
Regalando mi *suena la 5ta sinfonía de Beethoven* preciaaaado tiempo de estudio.
Escribiendo un poco de sinsentidos, para mi, para vos, para todos.
(¿Hiciste click? ¿Estas respirando? Sé que es difícil. Te entiendo. La persona que encarnó al personaje de Augustus Waters nació siendo sexsymbol)
En fin. Lo que me llevó a venir hasta el escritorio y sentarme a escribir estas cosas es la gran duda de por qué las buenas ideas suelen aparecerte en momentos donde necesitas la concentración para otra cosa, siempre más importante. ¿Es que el sentimiento de culpa por dejar todo por un momento es el motor más intenso de mi inspiración? ¿Será que, como escribir es algo que me gusta y siempre me hace bien, lo tomo como una excusa por demás entendible para demorar el tiempo de responsabilidad estudiantil?
Hipótesis tengo un montón. Y probables explicaciones científicas, también. Pero le soy fiel a mi mantra querido, que dice que cuando las ideas se acumulan y disparan hacia tu corazón... hay que escribir. Mientras seguía intentando apuntar mi concentración hacia las histerias y neurosis obsesivas del señor Sigmund Freud, Katniss Everdeen me disparaba diez mil flechas al corazón y mi cara cada vez se contentaba más. ¡Al fin, hermana! ¡Esta oportunidad es única!
Y acá estoy.
En uno de mis espacios favoritos del mundo.
Regalando mi *suena la 5ta sinfonía de Beethoven* preciaaaado tiempo de estudio.
Escribiendo un poco de sinsentidos, para mi, para vos, para todos.
Au revoir